La Manzanita de Julio Garmendia.
Si de Julio Garmendia se trata ,contaré
un poco sobre un hermoso cuento que publicó en la Tuna dorada para el año 1951, es el segundo libro y, hasta hoy, el último publicado por Garmendia.
Contiene, como el anterior, ocho cuentos encabezados por el que da su
nombre a la obra.
En ese libro se encuentra el relato de La Manzanita donde refiere de
manera sencilla y amena el conflicto entre unas frutas y como se impuso el
arraigo, la solidaridad y la unión para resolver los problemas, que trasladado
a la cotidianidad se trataria de los ciudadanos de un
país o de un continente.
“La Manzanita criolla se sintió perdida cuando comenzaron a llegar las grandes y olorosas manzanas del Norte. Por eso se lamentaba, no sabía qué hacer cuando la gente que entraba a la frutería comentaba: ¡Qué preciosidad de manzanas! Y pedía una, dos y hasta tres. La situación de la Manzanita criolla despertó una conversación entre las frutas. El Mamey comentó que a él no le importaba lo que le pasara a la Manzanita. Y este comentario despertó la perplejidad de las otras frutas. Hasta que la Manzanita criolla se puso a cavilar y gemía desconsolada: a mí me traen en sacos, en burro, y luego me echan en un rincón en el suelo. El llanto la venció, se quedó dormida y soñó que se había muerto...
Oiga señor Mamey, expresó el señor Coco: yo sí creo que debemos ayudar a la Manzanita. El día de mañana pueden comenzar a llegar Cocos del Norte, Lechosas del Norte, Mameyes del Norte, sí señor ¿Y qué será entonces de nosotros todos? ¡Nos quedaremos chiquiticos, encogiditos y apartaditos como le pasa hoy a Manzanita!”
“La Manzanita criolla se sintió perdida cuando comenzaron a llegar las grandes y olorosas manzanas del Norte. Por eso se lamentaba, no sabía qué hacer cuando la gente que entraba a la frutería comentaba: ¡Qué preciosidad de manzanas! Y pedía una, dos y hasta tres. La situación de la Manzanita criolla despertó una conversación entre las frutas. El Mamey comentó que a él no le importaba lo que le pasara a la Manzanita. Y este comentario despertó la perplejidad de las otras frutas. Hasta que la Manzanita criolla se puso a cavilar y gemía desconsolada: a mí me traen en sacos, en burro, y luego me echan en un rincón en el suelo. El llanto la venció, se quedó dormida y soñó que se había muerto...
Oiga señor Mamey, expresó el señor Coco: yo sí creo que debemos ayudar a la Manzanita. El día de mañana pueden comenzar a llegar Cocos del Norte, Lechosas del Norte, Mameyes del Norte, sí señor ¿Y qué será entonces de nosotros todos? ¡Nos quedaremos chiquiticos, encogiditos y apartaditos como le pasa hoy a Manzanita!”
Invito a mis amables lectores a ojear la obra de este insigne
escritor venezolano que ha invadido el
pensamiento de muchos. Y el mejor y
mayor regalo que podemos hacerle es leer su obra.
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